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17.- Quebrantamiento.

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    Aclaración: Este libro ES UNA UCRONÍA (Subgénero de la ciencia ficción). está basado en varios hechos reales pero desconectados entre si (Y absolutamente TODOS LOS NOMBRES Y PALABRAS DE LA JERGA FUERON CAMBIADOS, por la seguridad de todos los implicados, y para que el que escribe este libro NO VAYA A PRISIÓN). Sólo la genialidad magistral del autor los ha unido en un solo relato coherente. Este libro NO refleja las opiniones personales del autor: solamente pone los diálogos en personajes criminales y malignos, por lo tanto NO es apología ni al fascismo, ni al crimen organizado. NO PROMUEVE LA MALDAD, ni la discriminación a ningún sector mayoritario o minoritario, étnico, religioso, de género, preferencia sexual o de ninguna nacionalidad. 

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¡ADVERTENCIA! Este libro contiene violencia extrema, asesinatos, lenguaje demasiado explícito, consumo de drogas, y ambiente sumamente hostil

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    Por tercera vez Ian Gonzalez estuvo recuperándose de sus heridas en el centro médico adyacente a San Nolasco, sin embargo esta vez han cambiado al enfermero habitual, un miembro de los Lokomafia. ¡Ahora el enfermero es un maldito T-Rex!

 

   “¿Cómo es que ahora me está cuidando un puto pedófilo?”

 

    “¡Vuelves a llamarme así y me quitaré de en medio de los que quieren darte Killin´ aquí mismo! Al enfermero anterior ya lo liberaron, pero ahora te atiende este motherfucker Dinosaur. Si no es por mí ya te habrían matado, puto. Pero no te emociones: saliendo de aquí te van a quebrar. Te quieren healthy para volverte a chingar, aunque esta vez viene con más fuerza tu castigo…”

 

    De este modo hostil, de odio contenido, y de miedo creciente por lo que se acerca, es que El Injection pasó esos días de curación, pensando que en cuanto entre al pasillo, huirá hacia la celda de algún Miztaloko para protegerse… sin embargo los Torex no le dieron tiempo:

 

    Días después, en cuanto el enfermero le aplicó la anestesia (¡Y esto no lo hacen los enfermeros!), dio la señal, por la que unos sujetos de entre las sombras lo sacaron de la camilla y se lo llevaron a rastras hasta el taller donde había presenciado el canto de las ranas y la piñata. Una vez allí le dieron otra sesión de golpes y patadas, pero esta vez Ian gritaba de dolor y de miedo. Parece que esta vez se encuentra indefenso en su voluntad, pues ha perdido toda inhibición para mostrar su terror al dolor, la muerte y la agonía.

 

    “¡Ya no me hagan nada! ¡Hablaré! ¡No me hagan nada!”

 

    “¿Quién fue pues el que apuñaló al Jumpin? ¡¿Quién fue cabrón?!”

 

    “¡Fue Josué Matamoros, el Matamaras!”

 

    “¡¿Estás segura perra?!”

 

    “¡Sí! ¡Sí! ¡Estoy seguro!”

 

    “Muy bien. Este puto cantó más rápido de lo que esperábamos ¡Y eso que aún no lo hemos quebrado! Pero escúchame bien: ¡Aún no es suficiente! ¿Ves esta foto? ¿Quién es él?”

 

    “No lo sé. Es un bebé, no sé quién chingados es…”

 

    “Este bebé se llama Julio, Julio González. Pero quizás conozcas más a su mami…”

 

    Y acto seguido el pandillero le enseña la foto de una chica sonriendo mientras sostiene al bebé Julio:

 

    “Karen, ¡Es Karen! ¡No le hagan nada a Karen putos! ¡O los mato a todos juntos!”

 


 

 

    “¿Y quién es esta señora? ¿Será su hermana, o será su madre? ¿La conoces?”

 

    “Si le tocan un cabello a mi madre ¡Les juro que les corto la verga culeros!”

 

    “¡NO ESTÁS EN POSICIÓN DE AMENAZAR! ¡Vuelves a siquiera hablarnos fuerte y el Boss no hablará en favor de ellas! En este momento ya hay un escuadrón de matones que se prepara para matar a Rocío Quintero y a Karen González, así como a tu sobrinito el tal Julito. Pero si te portas bien, si suplicas por sus vidas, y haces otras cosas por nosotros, el Boss cancelará la orden, así que quiero ver que supliques por ellas, anda ¡Rueganos!”

 

    En este momento es que una substancia extraña tiene a Ian bajo su poder, acrecentando como por 5 el nivel de terror que siente, y disminuyendo casi a cero su inhibición y su voluntad, por lo que Ian llora de terror y de rabia.

 

    “¡Se los suplico! ¡No las maten! ¡Ya no me hagan esto! ¡No me hagan daño! ¡No les hagan daño!”

 

   “¿Renuncias a los Miztalokos, a la 48 y a la Southeast?”

 

    “Si, renuncio a ellos, hago lo que sea, pero por favor no las lastimen…”

 

    “¿Entonces que son los Miztalokos? ¿Son putos? ¿Son una mierda? ¿Valen verga?”

 

    “Si, valen verga…”

 

    “Los Miztalokos son solo mierda…”

 

    “Los Miztalokos son sólo mierda, sí. Lo que me digan haré, pero no toquen a mi familia…”

 

    “Muy bien. Ahora el Pancho ha grabado todo lo que has dicho…”

 

    El pandillero le enseña la grabación con la propia voz de Ian…

 

    “Pronto los Miztalokos sabrán lo que has dicho y cómo has renunciado a ellos. Cuando matemos al Matamaras todo San Nolasco sabrá que cantaste su name, y ellos te odiarán a muerte. Van a matarte si nosotros no lo impedimos, así que nosotros te vamos a proteger. ¿Quiénes te protegen desde ahora?”

 

    “Los Torex…”

 

    “¿Quiénes te cuidarán desde ahora?”

 

    “Ustedes los Torex…”

 

    “¿Somos pedófilos?”

 

    “No…”

 

    “¿Somos tus protectores, los que te protegerán entre sus brazos?”

 

    “¡Sí! ¡Son mis protectores! ¡Son lo que sea para mí!”

 

    “Muy bien: esa voz me agrada, de hecho me excita, ¡Me pone caliente! Ponte esta faldita y este top, quiero a mi putita bien vestida… ¡Ándale vístete así o matamos a tu familia y te mostramos sus torturas en vivo! ¡Te torturaremos después de eso!”

 

    Entonces le lanza la ropa de mujer, que Ian entre lágrimas de humillación y de miedo se pone…

 

    “¡Ay mami! ¡Mira como me pones duro! ¡Ahora bájame el pantalón lentamente, mí putita! ¡Quiero que sea dulce y suave o si no ya sabes las consecuencias!”

 

     Injection lentamente le baja el pantalón, pensando que el infierno existe, y se manifiesta entre los horribles Torex…

 

    “¡Suficiente! ¡Aquí no habrá joterías! ¡Súbete ya ese pantalón!”

 

    Grita la voz profunda, familiar, que ya había escuchado Ian una vez.

 

    “¡Ian González! ¡Ya estás quebrado! ¡Buenas noches puto!”

 

    Y de un golpe preciso lo deja inconsciente sobre el suelo del taller, vestido como mujerzuela…

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Este capítulo es parte del libro: La Caja de los Grillos

(Lo puedes descargar en este enlace)

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