El Califa Abas
Abdul en agradecimiento por sus servicios incondicionales para la causa
anti-Omeya le recomendó a su hermano y sucesor Alamansur Abanamuhmad (el futuro
verdugo oficial de Abanamaqfar) el acoger bajo su mando a Ruzbeh como
secretario, sobretodo porque viendo de cerca la muerte, y sin haber consolidado
el futuro gobierno según sus intenciones (las cuales eran mantener el Califato
“Monárquico” como forma efectiva de régimen, aunque bajo la nueva dinastía –Los
Abasíes-), le advirtió que necesitaría de funcionarios y burócratas no sólo
capaces y con experiencia, sino sobre todo absolutamente leales a la causa.
En respuesta,
Alamansur le envió una carta a Ruzbeh invitándolo a unirse al futuro nuevo
gobierno y a apoyarlo, y que a cambio, le daría el mejor puesto que musulmán
alguno pudiera darle a un “protegido”. ¿A qué se refería con protegido? Ruzbeh
lo sabía: los musulmanes consideran protegido a todo aquel monoteísta
no-musulmán que, viviendo en tierras gobernadas por el Islam, se le permite
practicar su creencia pero sin recibir todas las garantías ciudadanas que
tiene cualquier musulmán “de medio
pelo”, es decir, prácticamente un ciudadano de segunda clase, a medio camino
entre un musulmán, y un esclavo como los siervos que reciéntemente había
adquirido. ¿Cómo se atrevía el príncipe Alamansur a referirse de ese modo
despectivo hacia él, siendo que su hermano, el Califa reinante siempre lo había
mencionado con respeto y como alguien igual de capaz que el resto de los
militantes antaño anti-Omeyas?
Probablemente
era porque Alamansur aún no había comprobado la capacidad ni la experiencia de
Ruzbeh como funcionario conocedor de la gestión de los impuestos, los números,
y las letras ¡Las letras! ¡Nada más prestigioso para que un burócrata destaque
entre los demás que demostrando su amplio bagaje literario! ¿Y qué mejor manera
de demostrar que era un erudito versado en libros inaccesibles para cualquier
musulmán árabe promedio que traduciendo al árabe una obra escrita en otro
idioma? Por ello fue a la biblioteca de su padre para pedirle prestado uno de
los muchos libros viejos -que los Dihakan cuidaban con la mayor veneración como
custodios de los tesoros literarios-.
“¿Cuál libro
necesitas Ruz?”
“Cualquier
libro que sea interesante Padre.”
“Si no me dices
cuál de los libros necesitas, no te puedo prestar ninguno”
“Usted présteme
por favor un libro, que lo necesito.”
“¿Para qué lo
quieres?”
“Quiero
traducir algún libro de estos al árabe.”
“Ah, ya
entiendo hijo mío, y entiendo mucho más de lo que crees, mira: toma este libro,
tradúcelo al árabe, pero ¡Por favor! Tradúcelo bien.”
El libro al que
se refería su padre era el de “Informe de las mil maravillas descubiertas e
investigadas en Hinda. También el relato <<Karirag y Damanag>> y
otros mil cuentos revestidos de sabiduría que encontré en mi viaje hacia aquel
país de los paganos.” del médico maestro Borziyeh.
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Este capítulo es parte del libro: Cultura, cultivos y jardines.
(Lo puedes descargar en este enlace)
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