8.- “Karirag
y Damanag” y otras mil fábulas sapienciales que encontré en mi viaje hacia el
país de los paganos. Informe de las mil maravillas descubiertas e investigadas
allí: Reseña del libro escrito por el Dr. Borziyeh.
“En el nombre de Dios, el
Divino, el creador; Aquel Omnisciente, el gran benefactor, escúcheme oh Rey ¡El
más sabio en verdad!, el que lleva por nombre Gran Rey Inmortal. Escúcheme a mí, ¡Oh su Real Majestad! Desde
el fondo de mi desgracia final. La desgracia es, el fracaso al final, de
aquello por lo que me envió a viajar.
¡Oh! En mis
rodillas… yo en cuclillas… suplico a Mi Señor que se apiade de mí. Mil
maravillas…. son mil y una… lo que le traigo como presente hasta aquí.
Misericordia… sé que la tiene… yo sé que abunda en clemencia y en grandeza. Por
eso es que yo… a esto apelo… ante la evidencia de mi falla, ruego así…
Le ruego
también, no me mande castigar, yo apelo a su sapiencia Inmortal. He fallado lo
sé, el propósito al viajar: la Hamagzangul, yo debía encontrar. Misteriosa
flor, del confín oriental, legendaria flor de la Inmortalidad. La que usted
encomendó, para mí el buscar, su mejor doctor, el que debía viajar.
¡Oh! Yo debía encontrar… flor más hermosa…
maravillosa, que cancela a la muerte.
Anomalía… en esta vida… en esta tierra no
hay planta como esa.
Es mi desgracia… ¿Caí de su gracia?...
Espero: pueda entender mi circunstancia.
¿Me justifico?... ¡Nunca y lo afirmo!... No
me excuso, sólo pido entendimiento a usted...
Me presento
también a la posteridad, viva o muera Mi Señor, yo moriré al final. Más que
sepan también que vivió un Doctor, cuyo nombre era Borziyeh el mejor. Que
recuerden bien, no lo que no encontró, sino lo que el médico si descubrió: una
y mil maravillas, ¡Y cien mil medicinas! Y un juego de fichas que la tierra
conoció.
Todo esto y más, en la tierra de Hinda, es
lo que yo Borziyeh, si contemplaría. Lo presento al Rey, este humilde se lo
brinda, como fruto maduro, de las selvas de la India. La tierra enigmática,
¡provincia ancestral! Que en la antigüedad nos pertenecía, tierra de paganos, y
místicos también, cuyas idolatrías tienen algo de verdad…
¡Oh! Aún recuerdo… como los cuervos… y los
buitres volaban sobre nosotros.
Aún recuerdo… el frio del miedo… porque
viajaba hacia lo desconocido.
¡Oh! Aún recuerdo… que no confiaba… en los que
iban conmigo y también me guiaban.
Aún recuerdo… largas distancias… para mí
que nunca use de caravanas. Nunca…
Cruzamos
el desierto de sal… ¡Hasta los buitres por sed se van!... solo esqueletos que
nos miran… Con su mirada ¡Vacía espectral!... cuencas vacías, seco mirar… como
diciendo “hacia aquí van… como nosotros así estarán… carne de parca ¡Que mueran
ya!...
¡Oh Dios sálvanos!… trae ya los barcos… los
que cargan y recargan alimentos.
Que estos muertos… desean vernos… secos
como ellos y en el descanso eterno.
¡Oh Dios, las gracias… te doy las gracias…
te damos gracias por Tu misericordia!
Porque un día más… y se va mi alma… me
hubiera marchitado como una Parca, así…
Cruzamos el desierto de sal… y excelsos
montes a su final… la blanca nieve y la blanca sal… vecinas son en este viajar…
¡Suban viajeros no se rindan!... ¡Ahora desciendan a lo oriental… valle que
ensancha hacia el berenjal… espesas selvas ¡Nos saludan!
Por fin llegué, a tierras ¡Mágicas! Tierras
llenas de misterios, maravillas…
Mas no caeré, en la gran tentación, de
perderme en su espesura espiritual…
Concentrarme, es lo que debo hacer, sin
desviarme de la encomienda del Gran Rey…
Por eso es que, centrado buscaré, la
legendaria flor de la inmortalidad.
A continuación esto es lo que encontré en
la investigación…
Voy de pueblo en pueblo, con mi expedición,
preguntando por la dichosa flor,
Y
de pueblo en pueblo, de villa en villa, de tierra en tierra, nos envían más
lejos,
Porque
en cada pueblo y en cada villa, siempre nos dicen “llegaron muy cerquitas,
Sólo
un poco más allá, y alcanzarán, el lugar donde la hermosa flor está…
¡Llegamos lejos! ¡Lejos más lejos! De lo
que ningún occidental ha hecho,
Ninguno
de los, de nuestra tierra, del oeste del desierto de sal vino,
Pero
nosotros, de pueblo en pueblo, de villa en villa, internos en la india,
Llevamos
esto, este concepto, de ir hacia el oriente hasta los extremos.
Se dice que en la montaña allá, crece la
flor ¡De inmortalidad!
Si
su néctar osaran rociar, sobre un cadáver: ¡El vivirá!
Suban
viajeros, hasta alcanzar, Hamagzangul que Dios fue a plantar,
¡Por fin aquí! ¡Llegamos hasta aquí!
Logramos lo imposible de alcanzar…
La
hora llegó, de conocerla bien, los monjes nos permiten hasta el templo entrar…
¿Qué
es esto aquí? No hay un jardín, sólo un anciano que nos mira y nos dice…
“Hamagzangul,
sabiduría Inmortal, la montaña es aprender, la muerte: ignorar.”
Desesperación, frustración siento en mí, y
ganas para al vacio lanzar,
Lo
que queda de mi vida, pues tiempo es lo que tengo, es lo único que tengo, que
puedo matar,
Más
me muestra el anciano, un texto ancestral, donde está la eterna sapiencia
inmortal,
Guardado
en un cofre, cual tesoro aural, es lo más valioso que ellos puedan guardar…
Guardo la calma, mis traductores, me ayudan
para transcribir sin errores,
Ese
tesoro, del libro de oro, cuidando cada lámina en gran decoro,
Lo
que revela, símbolos quedan, cuidando la sapiencia que a un tiempo muestra,
Sus
enseñanzas, de las andanzas, de criaturas maravillosas que narran…
Relatos dentro de fábulas, búhos y leones
que buscaran,
Salvar
la vida de criaturas, contra captores: la humanidad,
Para
lograrlo se asociarán, para una guerra cuesta arriba,
Más
en sus cuentos encierran ya: virtudes que nos compartirán.
Virtudes que, vemos reflejadas, en ellos
que deberíamos de acrecentar,
Como
el valor, trabajo y dignidad, prudencia y el gran don de saber escuchar,
Se
abre el libro, que te relatara, la historia de las criaturas que enseñarán,
Al
filo de, la muerte estarán, entre la espada y la pared lo demostraran…
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Este capítulo es parte del libro: Cultura, cultivos y jardines.
(Lo puedes descargar en este enlace)
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