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Presentación: el testigo de la verdad.


    El tiempo pasa muy rápido… tan rápido que ni lo sientes cuando se ha ido. Sin embargo las horas se vuelven eternas, cuando estás a la deriva, cuando sabes que pronto vas a morir, y que la muerte te espera.

    La muerte está cerca, está próxima, ya la siento respirar su aliento frío detrás de mí. El aura de la muerte sopla su venenoso viento entre mi hombro izquierdo y mi cuello. Yo la acepto, yo quiero aceptarla ¡Por favor corazón! ¡Reprime este súbito deseo de amor por la vida! ¡No me hagas llorar cómo un niño que sabe que la hora de los juegos se acabó! No me hagas sentir, porque en el sentir está mi penitencia.

    No quiero tener emociones, ni siquiera quiero tener tacto en estos momentos. ¡Por favor Dios! ¡Envía a un sustituto como lo hiciste cuando salvaste a tu profeta! Yo no soy profeta ni en el aire las compongo, pero soy poeta en la verdad y soy estorbo. Yo le estorbo a algunos, ellos odian saber que todavía respiro, pero se consuelan al saber también que en unas horas me matarán.

    No quiero estar consciente en el momento de mi ejecución, porque será lenta, será torturantemente lenta. Brazos y piernas serán separados de mí, el suplicio será horroroso, y durante varias horas sentiré como si estuviese en el infierno. Los verdugos harán de tal forma, que sufra lentamente el horroroso tránsito por los límites del sufrimiento humano. ¿Por qué tengo que sufrir este suplicio? Pues lo peor no es que yo sea inocente: ¡Lo peor es que ellos son culpables! Por lo que, en el día del juicio, cuando estemos ante Dios misericordioso, el los condenará por ser los verdaderos herejes, los verdaderos apóstatas ¡Los siervos de Satanás!

 


    Y yo no sólo tengo la fe, ¡Estoy seguro! De que cuando el Señor me llame a cuentas, verá en mí, no al pasto de las llamas del infierno, sino a un Hijo más, a un siervo más, de su rebaño. Entonces los herejes sabrán por fin que yo: Ruzbeh  Abdal hijo de Dadiyeh, llamado Abanamaqfar, soy inocente, y testificaré contra ellos en el día de la redención final.
 
    Contra Sufyan el calumniador y asesino, contra el pérfido y traicionero Jalid y contra todo ese hato de cerdos que son sus secuaces y contra el mismo Califa, el traidor Alamansur, que sabiendo que soy inocente, aun así autoriza mi ejecución, y repite la calumnia de que soy un hereje.
    Pero en el día del juicio sus mentiras se elevarán contra ellos, y quedarán ahogados en el pantano de calumnias que ellos mismos han hecho. ¡Tú mi Señor eres mi mayor testigo, mi defensor, y conoces la verdad! ¡Ayúdame a no sentir!”
 
    ¿Por qué este hombre llamado Abanamaqfar se encuentra en la antesala de la muerte, y muerte por tortura? ¿Qué ha hecho para merecer semejante martirio? ¿Quién es ese tal traidor Alamansur Califa? Para responder estas preguntas y entender la situación de este mártir debemos conocer el contexto de los sucesos, así como entender que implicaba ser Califa.
    Por ello es que en la introducción hablaremos del origen religioso de la magistratura del Califa, en la entrada de este ensayo hablaremos de los primeros Califas, en el capítulo 1 trataremos acerca del complejísimo mundo en el que nació Abanamaqfar, en el capítulo 2 mencionaremos algo de la vida de este mártir, en los siguientes capítulos hablaremos de su encuentro con la literatura tanto sagrada del oriente, como la literatura del antiguo reino de los nobles, pues ambas artes de las letras causaron un impacto en él, acerca de la responsabilidad, de la ética integral, que es la ética que se vuelve parte de uno mismo, y se manifiesta en todos sus aspectos, y acerca de la cultura, con los términos utilizados para ese concepto.
 
    Trataremos también acerca del origen de la noción del paraíso, los santuarios y los jardines, y el simbolismo cargado de auténtica espiritualidad que nos revela un hecho tan sencillo y cotidiano como lo es el crecimiento de un árbol. Distinguiremos pues a quienes son “taladores espirituales” de los que son “sembradores espirituales”, discerniendo pues en el camino entre la verdadera y la falsa cultura. Todos estos temas los he de tratar en este ensayo, espero que me tengan paciencia, pues este libro es fruto de mucho esfuerzo y dedicación.

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Este capítulo es parte del libro: Cultura, cultivos y jardines. 

(Lo puedes descargar en este enlace)

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SECCIONES a las que pertenece este libro: Literatura. 

4 comentarios:

  1. ¡Qué intenso! Realmente, he sentido como si la muerte estuviera detrás de mí y hubiera sentido su aliento frío... Ha sido como volver a esa época, a esos momentos. Estas lecturas me parecen curiosas aunque no las suela leer demasiado, ha sido interesante y sorprendente.

    ¡Gracias por compartirlo!

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    1. Que bueno que te gustó. Realmente este libro-ensayo es muy diferente a los ensayos más famosos y conocidos de otros autores, pero te aseguro que vale la pena leerlo de principio a fin, pues tiene grandes enseñanzas y gran fuerza emotiva. ¡Gracias por apreciarlo!

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  2. Asumir un personaje es difícil. Una visión de mundo, ideas y símbolos integrados en una personalidad. La muerte ha sido un tema gigante del ser humano al cual se ha enfrentado de siempre. Depende la cultura hay actitudes que te hacen enfrentar ese momento.. Una vez vi un video de un caballero medieval que asumiendose mal herido y con poco tiempo ya, solo le quedaba escoger " el mejor lugar " para morir. Preparar tu cuerpo, hacer de ese momento algo digno a tu rol.. pensando en la seguridad que te da el creer que hay algo más después. Pensar en muerte es pensar en historia humana y convicciones, sufrimientos y orgullo. Éxito en tu tarea..

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    1. ¡Haz dado en el clavo con lo del caballero medieval! Precísamente es la misma actitud de Nobleza de la que hablo en el artículo "La Verdadera Nobleza: el motor de la civilización". Y por supuesto que en esa Nobleza en la que vivimos como aquellos héroes de antaño es que el maestro Abanamaqfar, el que está en la antesala de la muerte en este capítulo, es un ejemplo a seguir en muchas cosas y un gran sabio. Si todos vamos a morir, lo mejor es asumir aquello con valentía, dignidad, honor y orgullo ¡RAF!

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