Tanto el libro del comportamiento, como el libro mayor
del Fárax, son la obra cumbre de Abanamaqfar, en cuanto a libros de su propia
autoría se refiere, pues siendo básicamente el mismo libro, constituyen la
primer obra acerca de la ética secular pre-moderna.
Antes de él, ya Aristóteles en la época clásica había
escrito profusamente acerca de la ética en su libro “Etikón Nikomaxeyon”, sin
embargo en la Europa Medieval Occidental era casi nulo el conocimiento de la
Filosofía Clásica Helena, (excepto en los monasterios) pues sólo la conocían
una ínfima minoría compuesta de un puñado de sacerdotes y monjes copistas
amanuenses. Sumémosle a esto que el ideal de la ética según el propio
Aristóteles era un ideal básicamente restringido a los ciudadanos Helenos, es
decir, sólo a los varones esclavistas propietarios de tierras. Nunca a los
esclavos, ni a los bárbaros… ni a las mujeres.
Al contrario del filósofo Estagirita, Abanamaqfar plantea
una ética para todos: para los pobres, para los que viven injustamente en la
servidumbre, para los Pahlab hablantes, pero también para los árabes, los
Helenos griegos, los judíos, los cristianos, los musulmanes, los paganos, etc…
Porque no es una ética ni etnocentrista, ni religiosa, es decir: son un cuerpo
de virtudes, valores y principios que deberían practicar todos,
independientemente de su creencia, y por la práctica de esta ética es que tanto
el musulmán Suní, como el Shií, como el Cristiano, el Pagano, el Judío, y el Budista
pueden llegar a ser conocidos como personas íntegras, sin que se les discrimine
por su credo.
Estas ideas, basadas en las conclusiones reflexivas del
Doctor Borziyeh, de las que hablamos anteriormente, fueron una auténtica
vanguardia discrónica, pues estaban demasiado adelantadas a su tiempo. Casi
pareciera que pertenecieran al menos al siglo XVIII o inclusive a las mejores
actitudes filosóficas del siglo XX, y es que en verdad fueron una influencia
directa, continua e ininterrumpida (a diferencia del saber Clásico, que fue
olvidado en los monasterios para posteriormente salir a la luz mil años después
como “sabiduría renacida” –renacentista-) del renacimiento y la ilustración,
pues la ética integral “secular”, que en el libro del comportamiento
Abanamaqfar nombró con el término árabe de Adab, se convirtió en una especie de
canon educativo para cualquier aspirante a filósofo del Islam, Canon que, por
ejemplo, recibió en su educación el sabio Español Abanrush al que conocemos como
Averroes (1126-1198), el tremendo filósofo que con su pensamiento más secular
influyó muchísimo en el humanismo, actitud filosófica que le dio vida al
movimiento cultural que ahora conocemos como Renacimiento, del cual nos
beneficiamos todos, desde la política y la educación, hasta la ciencia y la
tecnología.
Sin embargo el concepto ético de Abanamaqfar, el Adab
árabe -Fárax en idioma Pahlab- no sólo se limitó a un comportamiento simple en
sí mismo, es decir, no se limitó solamente a formular cosas simplistas como “la
gente buena no hace esto, la gente mala si lo hace, la gente buena no hace esto
otro, etc…” sino que esa ética es INTEGRAL en todos los sentidos, es un modo de
vida, sustentado en una cultura y una identidad que no era solamente humanista,
pues no ponía al ser humano en el centro del mundo, sino que le daba su justo
lugar en la tierra, como protector de las plantas y los animales y no sólo
beneficiario de estos, pues tales actitudes llevan al deterioro y la
destrucción ecológica presentes.
En el libro mayor del Fárax define Abanamaqfar lo que es
la ética cómo un árbol constituido por tres ramas principales, pero dejemos que
el mismo lo diga en una traducción parafraseada de su libro, con su estilo
duro, pero justo:
“El Fárax (“Santo árbol” -> Fare Deraxt ->
Fardraxt), es también el fundamento de las creencias de los protegidos, tanto
Cristianos, como Judíos y Dualistas, pues tiene tres ramas principales:
Buenos pensamientos, buenas palabras y buenas acciones.
Si hablas lo bueno pero no lo haces: eres basura. Si
haces lo bueno, pero no lo piensas pues tus intenciones son otras: eres
hipócrita. Y si piensas lo bueno, pero no lo haces ni lo dices: eres inútil.
Así que utiliza bien estas tres ramas de un modo INTEGRAL.”
Por lo tanto la ética como Fárax, planteada por
Abanamaqfar, no se vive de un modo light, como alguien que simplemente se
limita a “no mentir, no asesinar, y no robar, portarse bien”, sino que es una
disciplina que implica la práctica de un oficio por vocación y para vivir,
desde labrar la tierra, ser carpintero, maestro, etc… más la práctica de una de
las artes Nobles, por ejemplo: el combate, la autodefensa, los deportes de
contacto, los otros deportes, la equitación, el arte de la guerra, la serenidad
en medio de la situación más terrorífica; más la práctica de artes refinadas:
la pintura, la música, el baile, el teatro, entre otras.
Así que el lector se dará cuenta de que la ética
planteada por Abanamaqfar es algo que se vive y se practica todos los días, en
cualquier momento, ya sea trabajando con disciplina y diligencia, ya sea ante
el oponente en un honorable combate, pintando un hermoso cuadro o por supuesto:
en el trato con el prójimo, un trato justo y humanitario.
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Este capítulo es parte del libro: Cultura, cultivos y jardines.
(Lo puedes descargar en este enlace)
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