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Aclaración: Este libro ES UNA UCRONÍA (Subgénero de la ciencia ficción). Se caracteriza por el hecho de que el argumento se da en un mundo distinto al nuestro, por el simple hecho de que un punto en el pasado fue ligeramente distinto a nuestra línea temporal actual, y ese simple hecho, cual efecto Mariposa, cambió todo nuestro mundo actual.
Significa que una historia Ucrónica se basa en el “¿Qué hubiera pasado si…?” como si un solo acontecimiento en la historia hubiera cambiado para siempre el devenir de los sucesos, causando que el mundo actual fuera tan diferente, sólamente por un solo punto de divergencia.
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Mientras el Cristianismo comenzaba a extenderse por la región tutelada por Roma de Judea (la antigua Judá) y por las regiones adyacentes de Siria, Egipto, Grecia, Italia, etc… El Imperio Romano se preparaba para enfrentarse con su gran rival: la confederación Partábana, pues quería eliminar al intermediario comercial de la Seda entre China y Roma y no tener que pagar tanto oro por esta mercancía.
Los Partábanos y los Romanos pelearon tanto, y durante tantos siglos, que el comercio de la seda y de las especias (provenientes de La India) se arruinó, y al desastre de miles de muertos se sumó el desastre económico y las plagas, por lo que ambos ámbitos quedaron muy desgastados.
Sin embargo en la antigua región de Persia, una nueva dinastía, los Sasánidas, de tipo centralista, se independizó de la confederación Partábana, y luego conquistó a toda la confederación, renovando así al Imperio Persa, el Nuevo Imperio Persa, y reforzándose para atacar a un Imperio Romano muy debilitado.
Los Persas fueron un rival formidabilísimo del Imperio Romano, tanto que hasta estuvieron a punto de conquistar a la mitad Oriental del Imperio, tomando Egipto, la antigua Judea, Palestina, Fenicia, Siria y Anatolia, pero debilitándose en el proceso.
Luego los Romanos Orientales, bajo el Emperador Heraclio, contraatacaron en la retaguardia Persa, salvando así al Imperio y al Mediterráneo de la amenaza Asiática, y logrando el empate entre dos Imperios que terminaron muy desgastados.
Gracias a ese desgaste, ambos Imperios, el Romano y el Persa, no pudieron hacer frente a una nueva amenaza proveniente de Arabia: los musulmanes, que peleaban bajo la idea de una nueva religión: el Islam.
Las fuerzas Musulmanas o Islámicas también llamadas, derrotaron tanto al Imperio Persa como al Romano, conquistando a los primeros, y dejando en la impotencia a los segundos. Los Musulmanes volvieron a arrebatarle al Imperio Romano las provincias recién recuperadas de Egipto, Judea, Palestina, Fenicia, Siria y parte de Anatolia, así como el noroeste de África y hasta España.
Fue así como los viejos Obispados Cristianos de gran renombre fueron sometidos bajo el poder de los jefes Islámicos llamados Califas: Los obispados de Jerusalem, Antioquía, Alejandría, e Hipona, por lo que solamente quedaron libres los Obispados de Roma y de Constantinopla.
Según las religiones Judía y Cristiana, el Dios único, Yahveh, no podía ser representado por ninguna figura, forma, estatua, pintura o icono, pues esto era considerado enfermizo: el pecado de la idolatría, pero aun así, el Cristianismo terminó adoptando la representación icónica de Jesucristo, considerado parte de Dios, por lo que en la práctica, los Cristianos hacían figuras de su Dios.
Pero eh aquí que los Musulmanes llegaron con su creencia de un Dios único, que no tenía hijos, y del cual Jesús sólo era un profeta, así como Moisés, David o Salomón. Ellos si seguían con fidelidad el mandamiento de no hacer imagen alguna ni de Dios, ni de los profetas o los ángeles.
Los Romanos de Constantinopla, al sentirse amenazados y a punto de la conquista por parte de los Árabes Musulmanes, interpretaron esos hechos como un castigo de Dios a su paganismo disfrazado de Iconodulia (“veneración de imágenes”), por lo que prohibieron la creación y la tenencia de cualquier estatua o imagen de Jesús Cristo o de cualquier profeta o Santo.
Esta renovación Cristiana fue llamada Iconoclastia (“destrucción de imágenes”), y mientras los Romanos de Constantinopla fortalecieron esta nueva idea Cristiana, los propios habitantes de Roma la consideraron una horrible herejía, por lo que se aferraron a su Iconodulia, y se aferraron a la idea de que el Obispado de Roma era el único que no había sido ni manchado por la herejía, ni aplastado por la dominación de Musulmanes o paganos.
Roma pues era el único Obispado puro, luego se estableció firmemente la idea de que Roma era la cabeza y capital de toda la cristiandad Universal (“Católica”), pues allí mismo fueron martirizados los Apóstoles San Pedro y San Pablo. Así pues la Cristiandad occidental se reafirmó a sí misma como Iglesia (“Asamblea”) Católica (“Universal”) Apostólica (“Enviados” por Jesucristo, claro está) y Romana (Por el Obispado de Roma, nueva capital de la Cristiandad). Además de todo ello, el Obispo de Roma, llamado también Papa, se consideró a sí mismo el sucesor en línea directa de San Pedro, Apóstol y sucesor de Jesús al frente de la Iglesia…
Este capítulo es parte del libro: Síntesis de la Historia de Ef.Pi.C.
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