Todavía hay algo que decir respecto a la idolatría hacia las “artes elevadas”, pues lo que antes se cantaba en fiestas y reuniones populares, las grandes historias de héroes locales del pasado, mezcladas con el folclore, ahora lo declaman en los cafés para hípsters o lo exponen en las facultades de filosofía y letras ¡Ni siquiera lo cantan! Se ha perdido la actitud popular de aquellas gentes del pasado, en detrimento del seco análisis y la pedantería de más de un academicista.
Así vemos que lo que antes alegraba a las gente, ahora es parte de arrogantes señoritos letrados, y de maestros que quieren a fuerzas inculcar en los niños, lo que antes era vital ¿Cómo es posible que Don Quijote, siendo una gran comedia de humor en el tiempo en que se escribió, sea ahora el mejor somnífero para los jóvenes de secundaria? ¿Cómo es que se les obliga lo que antes era espontáneo, lo que causó risa a los Hispanohablantes (y más de un Angloparlante) del siglo XVII?
Por eso los productos culturales, las “bellas artes”, corren peligro de calcificarse, secarse, volverse rígidas y secarse, pues ya no tienen al corazón del pueblo.
Así que ante tanta pedantería, y anti-espontaneidad, yo elogio como verdaderamente poético y artístico a las canciones sencillas, a la “música popular”, aquella que ni se vuelve pedante, pero tampoco cae en la estupidez de ensalsar a asesinos o secuestradores. Disfruto una buena canción para bailar, aunque sea una cumbia, y no me pongo los lentes de mamonería para decir “eso no es arte” porque ya quisieran muchos de esos pedantes tener la mitad de la pasión que tienen los intérpretes cuando tocan esas canciones “simplonas”.
Ya quisieran la mitad de lo auténticamente poético que vi yo en aquella chica que iba a los nogales a recoger la nuez en temporada de las pizcas, para sacar algo de dinero extra. Mujer preciosa entre los piscadores, entre los árboles y las hojas, cantando canciones de Calibre 50, ella ni siquiera leía libros ni en defensa propia, pero para mí la escena y ella misma son poesía pura en mis recuerdos.
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Aún recuerdo como si fuera ayer, que me acerqué con el pretexto de piscar también, hablé con ella, y surgió la química entre nosotros. El arroyo algo crecido junto a nosotros, bajo la sombra de los álamos, yo sobre la arena, y ella recostada sobre mi pecho, contenta, alegre.
Luego cuando ya no quisimos seguir viéndonos, las discusiones pueriles, que nos viéramos con otras personas, ella saliendo con otros, y yo sin “piscar nada” jajaja, fue un rompimiento algo doloroso, pero de eso se trata la vida, de eso se trata su reflejo, el arte, y su sostenimiento: la cultura ¡Vivir apasionadamente! Esforzarse por un ideal, luchar contra los males que se nos oponen, sufrir por la lucha, o por la pérdida de seres queridos y relaciones, tener miedo, pero tener la satisfacción de derrotarlo con valor insigne.
Alegrarnos en las victorias, pero también en las fiestas, con los amigos ¿Y porque no? Los falsos amigos también están invitados. Consolarnos en las derrotas o en las pérdidas. Amar apasionadamente, y vivir apasionadamente, aceptando también nuestro lado animal ¡ESA ES LA VERDADERA SUBSTANCIA DEL ARTE! ¡DE TODO ESTO SE TRATA EL VIVIR!
VIVE EN PLENITUD… Que no muchos tienen el privilegio de tener una larga vida por delante: inclusive Abanamaqfar:
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Este capítulo es parte del libro: Cultura, cultivos y jardines.
(Lo puedes descargar en este enlace)
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Hola Zendir;
ResponderEliminarte echamos de menos en el grupo y en Face. Pero bueno nos podemos comunicar por aquí. Si quieres también mi correo electrónico viene en mi perfil blogger.