expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

¿Por qué no veré el mundial de Rusia 2018?


Palabras clave: Mundial de Rusia 2018, Rusia 2018, Mundial 2018, no veré el mundial, por qué no veré el mundial, ¿Por qué no veré el mundial?

    Así es estimados lectores: he decidido volverme hípster, pendehippie, y usar ropa “vintage”, raparme el cabello en todos lados menos en la coronilla, tirar mi vieja carcacha para usar una bici antigua, volverme vegano y no sé que más mariconadas suelen hacer (pero ya aprenderé), pero sobre todo iré repitiendo por todos lados “¡Mírenme! ¡Soy un pseudo-intelectual que no le importa si lo ven o no! ¡Yo no veo futbol ni veré el mundial de Rusia 2018!”…
    ¿Por qué razón pues he decidido convertirme en un contradictorio “postmoderno-progresista” que defiende la manginés (hombre que le da razón a las feminazis) al mismo tiempo que al Islam, y tomar más idiotas posturas contradictorias? 



    Para adelantarme a los que me tacharán (si no es que ya me tachan) de pseudo-intelectual al dar mis razones del porque no veré el mundial.
    En primer lugar, no veré el mundial porque soy Mexicano, pero no un Mexicano cualquiera, sino uno que al menos futbolísticamente NO LO HACEN PENDEJO:
    Durante más de 50 años los medios de comunicación nos han estado haciendo pendejos respecto a la selección Mexicana: hay una fuerte afición estúpidamente fiel al mediocre desempeño promedio de nuestra selección nacional de futbol… ¡Espera! ¡Espera! ¡Espera! ¿Mediocre? ¡Pero si jugamos como nunca!... ¡Pero perdimos como siempre!
    Y es que ante nuestras narices, vimos crecer a un equipo nacional del que “nos” ensañábamos siempre para desquitarnos para hacer revancha histórica: dicen nuestros padres y abuelos que era un gusto madrearnos a la selección de las barras y estrellas, al equipo estadounidense (los gringos de toda la vida) para desquitarnos de ese no-se-qué-que-qué-se-yo que siempre sentimos que nos deben: nos desquitamos una y otra vez, salvo algunos reveses normales en el deporte, sin embargo la victoria era la regla ante nuestro vecino del norte.
    Y así, por cada derrota anecdótica que veíamos con cierta deferencia, les hacíamos dos empates, y hasta 4 o cinco victorias, por lo que de cada 10 encuentros que teníamos contra ellos ganábamos 6 o 7 partidos, y empatábamos quizás dos: USA nos ganaba en promedio uno de cada 10 partidos.
    Así, durante nuestros primeros años como selección nacional, veíamos con complacencia como los gringos se esforzaban por competir, perdían, eran derrotados, los goleábamos contundentemente, y cuando nos empataban, ese empate les sabía a victoria. Y aun cuando nos ganaban una que otra vez, era en una de esas raras coincidencias en las que una mala racha temporal de la selección coincidía con momentos de especial inspiración de nuestros vecinos “los güeros”.
    Luego, durante la primer etapa del crecimiento mediático de la selección, los gringos fueron poco a poco mejorando en disciplina, no sólo de su selección, sino de su propia liga nacional de equipos, mientras nuestro equipo seguía en sus propias rachas cíclicas de:
Merecidos triunfos -> Entusiasmo -> Sensación de superioridad -> Triunfalismo anticipado -> Autocomplascencia -> Previsibles derrotas -> Fracaso -> Sensación de derrota -> Complejo de inferioridad -> Necesidad de compensar -> Esfuerzo -> Superación temporal -> Merecidos triunfos y vuelta a empezar…
    Así que mientras nuestro equipo nacional seguía en sus altibajos al más puro estilo de los equipos deportivos inconstantes y carentes de continuidad, el equipo de las barras y estrellas fue creciendo poco a poco, “pian pianito”, hasta el año de 1980, cuando en un partido disputado en Florida, U.S.A. como local nos venció “anecdóticamente”… y lo que parecía una de esas pequeñas decepciones, se volvió la tendencia predominante,  pues a partir de allí, en los próximos 10 partidos México sólo ganaría una sola vez: ¡Una sola vez! Invirtiéndose luego la tendencia que antes nos favorecía, pues de cada 10 partidos disputados, México sólo le ganaba 3 en promedio.

    ¿Cómo es posible que un equipo con el que nos ensañábamos en la cancha creciera tanto y nos terminara ganando la gran mayoría de las veces? Porque si bien U.S.A. creció, nuestro país se quedó estancado en la mediocridad. Y para muestra, otro botón: desde 1986 México no ha pasado a cuartos de final, y aquella vez que lo hizo, fue por la motivación extra (con todo y apoyo extra) que recibió por su condición de país organizador del mundial; luego, la otra de las dos únicas veces que la selección nacional ha pasado a cuartos, fue en 1970, donde ¿Cómo no? México también fue sede del mundial.
    Tomemos en cuenta que otro país, cuyo equipo es más que competente, y me refiero a Francia, tomemos en cuenta que cuando fue sede del mundial en 1998, no sólo pasó a cuartos de final, sino a semifinales, a la final, y por último logró coronarse como campeón mundial nada más y nada menos que ante el equipo que más mundiales ha ganado de la historia: el mismísimo Brasil.
    Por lo tanto, si la selección (Mexicana) fuera realmente un equipo competente a nivel mundial, ya al menos habría ganado un mundial habiendo aprovechado bien esa motivación extra que da ser una sede mundial.
    Sin embargo desde 1994, la selección ha sufrido la ya conocida “maldición del cuarto partido”, donde, logra a duras penas superar las eliminatorias, para ser luego acribillada en octavos de final.
    Pese a estar siempre estancada relativamente respecto a equipos que si son competentes (la selección crece a nivel técnico-futbolístico, pero los equipos competentes crecen a un mayor ritmo por lo que siempre se queda rezagada como “eterna novata”), la selección ha sido constantemente anunciada como un producto más del marketing: se nos ha vendido como un “producto de altísima calidad”, como un equipo compuesto por los más profesionales, motivados y esforzados jugadores de todo el país.

(Con semejantes comerciales patrioteros de buena factura, es entendible porque nos han hecho pendejos durante tanto tiempo)
 

    Pero la realidad siempre se nos manifiesta cuando en el cuarto partido, cualquier otro equipo le da a la “decepción nacional” y a los que la seguimos, el baldazo de agua fría que es la realidad, cuando “¡Jugamos como nunca!... y perdimos como siempre”.
    Y quizás no somos un equipo pésimo, pero nuestra selección mayor siempre se mantiene en los rangos de la mediocridad, a ser un equipo bueno a secas, y eso cuando la selección está en sus mejores momentos: sólo en su cima probada es que juegan bien… a secas.
    Otro de los momentos más brillantes de la decepción mayor fue cuando ha ganado las 4 copas oro, o la copa confederaciones: pero en el momento de la verdad, cuando hay que siquiera pasar a cuartos, se muestra que el equipo nomás no puede.


    ¿Significa esto que cualquier selección nacional es mediocre? ¡Claro que no! Pues ya tres veces, tres selecciones juveniles nos han demostrado que junto al vigor de la juventud va el empuje, el esfuerzo, la constancia, y la verdadera hambre de triunfo: en 2005 la selección juvenil ganó el mundial sub 17 derrotando al mismísimo equipo juvenil Brasileño, así como en 2011 el México juvenil repitió la hazaña contra Uruguay, mientras que la selección Olímpica ganó medalla de oro nuevamente ante los Cariocas.


    En el mundial juvenil de Perú 2005 se dio a conocer internacionalmente, e inclusive apenas para nuestro país un desconocido, pero casí "heróico" Giovani Dos Santos (nomás vean los goles que metió, que ni los supercampeones los hacen tan sacrificados jajaja), así como Carlos Vela: dos excelente jugadores, aunque en general el equipo Juvenil venía empujando fuerte, con gran esfuerzo, con hambre de triunfo, con mística deportiva, y con espíritu guerrero: ¿Qué pasa pues cuando varios de estos jóvenes llegan a integrar la selección mayor? Pues que todos estos valores deportivos, pasan a segundo o tercer plano, se convierten en “cosas de ingenuos e ilusos” ante los vicios más mundanos de todo equipo de superestrellas mediáticas: los vicios, los constantes compromisos con los medios de comunicación, los noviazgos de relumbrón con estrellas de la música, y por supuesto: los cheques y contratos multimillonarios que ganan, no dependiendo exactamente del desempeño del equipo sobre la cancha, sino de la capacidad para convocar a la ilusa y lobotomizada afición incondicional, y la capacidad para proyectar una titánica venta de productos como camisetas, tacos, balones, y demás productos de la mercadotecnia futbolera.

    Inclusive recuerdo un comercial Mexicano del 2005, que busqué infructuosamente, pues como quisiera haberles mostrado semejante descaro: el comercial era por el entonces “a la vuelta del año” mundial de Alemania 2006, pero como el equipo juvenil demostró tener más huevos y hambre de triunfo, lo convirtieron ¿Cómo no? En un comercial de “¡Vamos muchachos de la sub 17!” pues a un equipo que nunca termina por despuntar si le dan todos los reflectores, pero a un verdadero equipo de talla internacional, apenas le pusieron atención cuando pasó a semifinales: quizás eso fue lo mejor para aquella prometedora selección, pues tal parece que nuestro país en cuanto a calidad futbolística es alérgico a los reflectores y a la mercadotecnia.

    Entonces llegó el 2006, y Argentina eliminó en apenas los octavos a la decepción nacional, luego en el 2010 en Sudáfrica el equipo Albiceleste repitió la dosis, así que la Decepción se regresó a nuestro país con la “humillación” de recibir cheques millonarios en un país en el que el promedio del sueldo por quincena para un ingeniero civil es de sólo $12,000 pesos, mientras que el promedio quincenal de un médico ronda por los $11,500 pesos.

    Fue pues hasta ese mundial de Sudáfrica que yo apoyé con todo e ilusamente a nuestro equipo, siendo que los siguientes tres años los vi jugar cada vez de un modo más irregular y mediocre (para estándares internacionales), hasta que en 2013, y con el boleto al mundial de Brasil del siguiente año pendiendo de un hilo, México perdió vergonzosamente ¡Ante Costa Rica y Nueva Zelanda!

    Así que a partir de esos dos rotundos fracasos me decidí a no ver más un partido de la Decepción nacional, a menos que demuestren que merecen que los vea, pues ¿Por qué debemos ver, apoyar y hasta gastar nuestro poco dinero para asistir a los partidos de un equipo que siempre está en las mismas? ¿De verdad ha hecho algo decisivo para ganarse nuestro pendejo y desmemoriado apoyo incondicional? No ha hecho pues este equipo algo para ganarse mi apoyo, así que, a menos que en este mundial logre pasar por tercera vez en su historia a cuartos de final, habrán demostrado algún cierto avance real, y con eso, se habrán ganado el beneficio de la duda, por lo que sólo hasta que eso pase, volveré a ver un partido de la hasta hoy Decepción Nacional.



    Y como considero a la selección nacional el fruto más escogido de los resultados de la liga profesional Mexicana, al dejar de ver a la selección, lógicamente dejé de ver los partidos de la liga desde el 2013, luego ya no he vuelto a ver tampoco al futbol internacional, pues ¿Qué sentido tiene para mi ver jugar a otros países si ni me interesa ver al mío? Así que, como están las cosas ¡Creo que moriré sin ver ningún partido de futbol profesional jajajaja! A menos que alguna chica futbolista profesional quiera ligarme y seducirme, claro está.

    Pero mientras tanto, yo seguiré dedicando mi tiempo a cosas más productivas, que ser un iluso incondicional de un equipo que como conjunto ha demostrado una y otra vez que son mediocres. Si no hacen algo para ganarse el apoyo de la gente, al menos yo no los apoyaré, por lo que:


SECCIONES a las que pertenece este artículo: Deportes.

_____________________________________________________

El verdadero significado de ETC:                                                 Histórica final juvenil
                                                                                        Perú 2005: 
                                                                                                 México vs Brasil

No hay comentarios:

Publicar un comentario


Busca cualquier palabra o frase en esta página ¡Hay de todo!

INDICE

INDICE
Todos los artículos por órden cronológico